Andrés Sanfuentes

El desarrollo aún está muy lejos

Por: Andrés Sanfuentes | Publicado: Viernes 14 de diciembre de 2012 a las 05:00 hrs.
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En la reciente Enade, tanto el presidente Piñera como el ministro Larraín pronosticaron que Chile, de seguir creciendo como lo ha hecho en los últimos años, arribará al desarrollo. En palabras de Larraín, si el ingreso per cápita se incrementa 3,1% anual, se alcanzarían los 
US$ 22.000, por lo tanto, ”el desarrollo está ahí, pero no hemos llegado”.

Esta meta se ha transformado en una verdadera obsesión para muchos líderes nacionales, quienes en vez de mirar hacia Latinoamérica se comparan con los países de la OCDE.

De acuerdo a lo expresado por nuestras autoridades, está clara la creencia que el desarrollo sólo se mide mediante el nivel del ingreso per cápita, mientras el análisis histórico ha mostrado que se trata de un proceso en que interviene una serie de variables que hacen más compleja la calificación. No se podría afirmar que países como Arabia Saudita, Guinea Ecuatorial, Qatar o los Emiratos Árabes Unidos caen en la calificación de naciones que ya lograron el desarrollo, aunque tienen un nivel de ingreso por persona superior al chileno.

Es un hecho que en los últimos 25 años el ingreso por habitante ha crecido de una manera notable y persistente, mejorando el nivel de vida promedio de la población, así como otros índices de bienestar de ella. Pero, por otra parte, en el país persisten indicadores que, precisamente, no son reflejo de avances en el proceso de desarrollo, así como subsisten problemas que se han generado en la última década y que Chile está muy lejos de haber superado.

El desarrollo económico es un proceso integral que ocurre en un país, en el que los diferentes aspectos que lo configuran -factores culturales, políticos, económicos, sociales y demográficos- van mostrando avances simultáneos y los desequilibrios se van superando progresivamente. No basta con un crecimiento rápido del PIB, con reducir la desocupación, tener una baja inflación, el presupuesto fiscal equilibrado y vender los bonos públicos en el exterior a una baja tasa de interés para estar a las puertas del desarrollo.

Las carencias que presenta Chile son conocidas y constituyen trabas para continuar en la senda del progreso, pues han dado lugar a una sociedad desequilibrada que no será fuente de dinamismo sino de estancamiento. Se pueden mencionar algunas: crisis de legitimidad y representación del sistema político, notoria desigualdad, concentración productiva, vulnerabilidad del grueso de las clases medias, empleos precarios de numerosos trabajadores en especial mujeres, concentración del poder en la capital y regiones débiles, son algunos aspectos que reflejan atrasos considerables.

También se puede señalar una serie de factores que no sólo persisten en el país, sino que están pasando a ser “cuellos de botella” en el proceso de desarrollo y, aún más, generadores de estancamiento futuro si no se logra superarlos: escasos avances en la modernización del Estado, insuficiencias serias en la calidad del proceso educacional, insatisfactorio sistema de capacitación, legislación laboral con desprotección de los trabajadores, mala atención de la salud, carencias en la planificación urbana y segmentación de la población en las ciudades, aumento de la brecha en productividad entre las pequeñas y las grandes empresas, inseguridad ciudadana, política de inmigración discriminatoria, hacinamiento carcelario, conflictos con la población mapuche, crecientes problemas de energía y contradicciones con la protección del medio ambiente, son algunos de los problemas que se han ido acumulando en el país y que no se han enfrentado con políticas innovadoras, que permitan seguir en la senda del progreso.

La frustración que generan tanto la incapacidad de cambiar la gestión gubernamental, como también el constatar que la “otra manera de hacer las cosas” no ha permitido superar estas contradicciones, evidencian las limitaciones que se enfrentan al procurar alcanzar el desarrollo, sin caer en la mediocridad que caracteriza a los países que no superan las trabas que les impone el propio crecimiento económico.

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